Crianza
viernes, 5 de febrero de 2016
ABSTRACCIÓN SELECTIVA, EL MODO EN EL QUE NOS DIRIGIMOS A LA INFANCIA.
A veces un gesto, una palabra, un detalle, pueden hacernos reír, que nos sonrojemos, que nos enfademos en extremo,... A veces, una simple charla, una pregunta con intención, pueden hacer cambiar de opinión, ser responsables de acontecimientos extraordinarios,... A veces, con pequeños detalles hay milagros o se desencadenan guerras. Hay giros de 360°, efectos mariposa, finales inesperados.
Por eso, son tan importantes en la comunicación dos cómos: el cómo se habla, y el cómo se entiende.
En ocasiones, pareciera que nos dirigimos a los niños como si su percepción no fuese como la nuestra, sujeta al conjunto de las emociones, de los sesgos cognitivos, de las distorsiones que se generan en nuestro cerebro. Les reprendemos, les explicamos no siempre con las mejores formas, suponiendo en ellos una madurez emocional para asimilar todo tipo de información en aras del aprendizaje, sin valorar cómo les hacemos sentir.
¿Y si con esa regañina ocasional estamos matando su verdadera pasión? ¿Y si estamos, con esa charla, coartando sus elecciones futuras para un desarrollo personal óptimo? ¿Y si del modo en el cual nos dirigimos a la infancia, no es el adecuado? ¿Y si estamos infringiendo en ellos, con nuestros modos y con nuestro ejemplo, abstracción selectiva?
Por eso, son tan importantes en la comunicación dos cómos: el cómo se habla, y el cómo se entiende.
En ocasiones, pareciera que nos dirigimos a los niños como si su percepción no fuese como la nuestra, sujeta al conjunto de las emociones, de los sesgos cognitivos, de las distorsiones que se generan en nuestro cerebro. Les reprendemos, les explicamos no siempre con las mejores formas, suponiendo en ellos una madurez emocional para asimilar todo tipo de información en aras del aprendizaje, sin valorar cómo les hacemos sentir.
¿Y si con esa regañina ocasional estamos matando su verdadera pasión? ¿Y si estamos, con esa charla, coartando sus elecciones futuras para un desarrollo personal óptimo? ¿Y si del modo en el cual nos dirigimos a la infancia, no es el adecuado? ¿Y si estamos infringiendo en ellos, con nuestros modos y con nuestro ejemplo, abstracción selectiva?
Abstracción selectiva.
La abstracción selectiva, también conocida como filtraje, es un tipo de distorsión cognitiva. En este caso, focalizamos toda nuestra atención en aspectos negativos, obviando el resto de información o los aspectos más positivos de la realidad a la cual nos enfrentamos. Pero no contentos con esto, cuando recurrimos a la abstracción selectiva además de fijarnos únicamente en lo negativo, lo magnificamos. De este modo filtramos la información percibiendo únicamente los aspectos más negativos de ésta.
Como toda distorsión cognitiva, este modo de pensar no se corresponde con la realidad, pero nuestro cerebro interpreta la información recabada como correcta, única y verdadera.
Este tipo de distorsiones suelen venir ligadas a una falta de autoestima que potencia esa visión peculiarmente negativa del contexto. El vaso medio vacío.
Abstracción selectiva e infancia.
Como es lógico, si nosotros mismos podemos caer en este tipo de distorsiones cognitivas, que se ven reforzadas si tenemos un mal día, si nos hemos enfadado, si algo nos ha salido mal,...; ¿cómo no podría acontecer lo mismo con los niños?
Cuando estamos reprendiendo o simplemente dialogando de un modo severo con un niño, es muy fácil que éste vea sólo lo negativo en nuestra charla. El modo de decir las cosas en este sentido es fundamental.
Claro que no hacía falta dar tanto rodeo para llegar a la conclusión de que con buenas palabras, se consiguen mejores resultados para con la educación de los más pequeños. Aún así, ¿tenemos suficientemente presente cómo los niños y niñas reciben nuestros mensajes?
Nuestra sociedad es demencial. Los protagonistas de cada jornada son entre otros: el padre que le grita improperios al árbitro del partido de fútbol de su hijo, la que ve Sálvame en el mismo salón en el que su hijo hace los deberes, el que le dice a su hija "si te dan tú devuélvela", el que le dice "eso no que es de nenazas" a su hijo, la de "un cachete a tiempo", el de "aquí mando yo", el de "calladito estás más guapo",... Y lo cierto es que estos mensajes tan nefastos son el día a día de la mayoría de nuestros niños. ¿Como no sacar lo más negativo de estas realidades, de este ejemplo?
Pues tengo malas noticias. Aun cuando nos dirijamos con todo nuestro amor y respeto a la infancia, ésta puede ver el lado negativo en tus palabras. Aun con el mayor de los cuidados, lo que un niño entiende es su propia perspectiva, no necesariamente la realidad. ¿Quién no recuerda aquello sin importancia que le dijeron en su infancia y que le marcó durante años? ¿Quién no ha sucumbió a la abstracción selectiva cuando el interlocutor te supera en conocimientos y en años? ¿Quién no se ha sentido pequeñx?
No puedo pensar en ninguna necesidades de la infancia tan fuerte como la necesidad de protección de un padre.
Sigmund Freud.
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